lunes, 7 de abril de 2014

Kalmar, el lugar donde se forjó la unión de los países escandinavos

Tras muchos días de viajar de un lado para el otro hemos decidido hacer una parada de un día en Kalmar, un pueblo encantador. He aprovechado para trabajar algo y deprimirme al comprarme un bikini para ir a la piscina y la sauna del hotel. Eso sí, he ido al H&M como los buenos suecos.

Éste es un lugar muy importante en la historia de Suecia porque allí se unió a Dinamarca y Noruega junto con territorios dependientes como Islandia, Finlandia, Islas Feroe y Groenlandia formando una alianza bastante fuerte. La reina todopoderosa era Margarita I de Dinamarca (según he leído era una tipa de armas tomar, probablemente porque era danesa) y tras varios años de alianza política bajo esta señora ante la cual me quito el sombrero, los nobles suecos esperaron a que hubiera fallecido para empezar a rebelarse contra los daneses un par de décadas más tarde.

El rey de Dinamarca por aquel entonces, decidió que lo mejor era cortar el problema de raíz. Así que mandó matar a toda la nobleza sueca. Por motivos que escapan a mi comprensión, a los suecos no les acabó de gustar su decisión, por lo que disolvieron la unión y coronaron a su rey Gustavo Vasa. Este señor aquí creo que es lo que Luis XIV a Francia o Enrique VII a Inglaterra: el primer barco que visité tenía su nombre, aparecen referencias a él por todos lados, etc.

En Kalmar hemos visitado, por un lado, otro museo con los restos de un barco (el Krogan) que habían hundido cerca de la costa (los daneses, como no). El museo ha sido genial, muy económico para lo que viene a ser Suecia, y con una cafetería que de manera muy inteligente han incorporado como parte más del museo. Entre la buena pinta de la comida, la decoración que invitaba a quedarse y las exposiciones al final estuvimos allí un buen rato (cosa que creo que es la primera vez que me pasa en un museo).

En el museo

Más tarde fuimos al palacio-fortaleza. Comenzó como fuerte medieval, posteriormente fue un castillo, y por último un palacio renacentista. Permaneció varios años abandonado y hace cerca de un siglo, un sueco muy indignado por cómo se trataba el palacio se ofreció a trabajar en su renovación. 

Desde fuera muy bonito. Por dentro, meh.
La visita al palacio ha sido muy interesante porque he aprendido mucho de la historia de Suecia desde tiempos medievales e ilustraba muy bien el estilo de vida de la época. Digamos que como palacio renacentista dejaba bastante que desear, era muy rústico y cuesta creer que hasta hace dos o tres siglos los reyes vivían ahí. Ni punto de comparación con Versalles o Schönbrunn. Imagino que todos sus esfuerzos se orientaban a calentar el castillo y no a cuestiones decorativas. 

Creo que éste patio fue mi lugar favorito.
Por la tarde fuimos a un café genial. Le habría encantado a Libertad. Bueno, y a otra mucha gente también, pero a ella especialmente porque tenían muchos dulces y pasteles que sé que le gustarían mucho, es sueco y es "muy ella".

Para merendar: crumble de manzana con arándanos.

Había muchas mini-salas de té cómo ésta, por lo que el ambiente
era muy íntimo.
 
En ésta nos sentamos nosotros.

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