miércoles, 2 de abril de 2014

Segundo día en Estocolmo

Tras dormir sólo cinco horas fuimos a desayunar al restaurante del hotel como si no hubiera mañana. Para saltarme la comida pero tener energía durante todo el día me he metido a las siete de la mañana entre pecho y espalda una crêpe, una salchicha, dos lonchas de queso, dos de bacon, huevos revueltos, una tostada con caviar, otra con mantequilla y mermelada, queso fresco, un bol de yogurt con frutas y cereales y dos cafés con leche. 

Vistas anoche mientras cenábamos

En el restaurante del hotel
Hemos hecho un tour por la ciudad gratuito, en el que dejabas propina al guía según te había gustado. Nos ha contado cosas bastante curiosas tanto históricas como de la realeza, anécdotas varias y curiosidades como de dónde viene lo del síndrome de Estocolmo. Había una mujer de Alicante y cuando descubrió que yo era de Barcelona se me enganchó para explicarme su vida. 

Mercado donde puedo satisfacer mi adicción a las fresas

¡Ya es primavera! ¡Ya hacen 2ºC!

Palacio Real

Las gaviotas se posan en todas las cabezas que ven

Después de la hora guiri de comer hemos ido a un museo dedicado a un barco que se hundió y estuvo 333 años bajo el agua. En el Báltico se conserva casi todo (incluída la ropa de muchos cadáveres) debido a la escasez de oxígeno y luz, el frío y las condiciones de salubridad. Ha sido muy interesante tanto la parte histórica como el proceso del rescate del barco. Y había un juego en el que modelabas tu barco y las condiciones meteorológicas, simulabas la navegación y veías si se hundía o no y por qué. (Aquí los dos ingenieros nos las apañamos para hundirlo en 30 segundos)

El barco estaba formado por un 98% de piezas originales.

La parte morbosa del museo eran las armas
y los cadáveres.

La maqueta de la versión original tenía colores muy llamativos.
Yo creo que un barco preparado para la batalla pintado de
color rosa no intimida demasiado.

Aquí la gente es muy progre. De todas las pintas raras que he visto, lo que más me ha llamado la atención ha sido un señor cincuentón que de espaldas se veía con chaqueta y pantalones formales y un maletín. Al darse la vuelta tenía barba, una camiseta de un grupo de Death Metal y un colgante de una estrella de cinco puntas invertida.

Muchas de las calles un poco grandes tienen esta pinta

Selfie

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