martes, 11 de febrero de 2014

Una ida a Viena, por favor



La primera película que vi de Tarantino fue Kill Bill vol 1, hace ya unos cuantos años. Esa historia de amor tan extravagante me llamó la atención y desde entonces puedo afirmar que todavía no he visto ninguna película de él que no me haya gustado.

Un must cuando vas al centro de Europa: acepta que vivirás más días nublados que soleados


Hay una escena en particular de ese largometraje que se me ha quedado grabada en mi memoria: Uma Thurman frente a un mostrador diciendo “Una ida a Tokyo, por favor”. Ya está, en sólo dos o tres segundos y seis palabras se han fusionado dos de las cosas que siempre había querido hacer antes de morir (ir a Japón y comprar un billete a algún lugar interesante únicamente de ida).


Ha pasado mucho tiempo desde que mi yo adolescente vio plasmados en pantalla dos de sus sueños y no me avergüenza admitir que con 24 años los sigo teniendo. Hasta ahora mis sueldos de 5€/hora no me han permitido ir a Japón y lo de cruzar el mundo en autostop no me parece lo más sensato (y ya que se va al país del sol naciente, se va BIEN). Sin embargo ahora he tenido la ocasión de cumplir la otra parte de la frase, y es comprar un billete de avión (sólo ida) a un sitio fascinante.

Casualidades de la vida: En la revista del avión venía un largo reportaje sobre Tokyo

 Como he dicho anteriormente mi sueldo no era nada del otro mundo, y eso implicaba que ir en plan “cojo el primer avión que salga” estaba descartado. No pasaba nada, intenté conservar mi optimismo y al mismo tiempo parecer muy glamourosa buscando vuelos en seis webs distintas procurando ahorrar hasta el último céntimo. Y mientras felizmente intentaba cumplir mi deseo me topé con el problema número dos: es tres veces más barato comprar ida y vuelta que sólo ida. 


¿Qué valor tienen vuestros sueños? Yo en mi caso lo tengo clarísimo, me cojo la opción más barata y me guardo el dinero para hacer cosas más interesantes. Al fin y al cabo el concepto sigue siendo mudarme a un sitio interesante, así que creo que voy a prescindir de mis aspiraciones sobre verme a mí misma como Uma Thurman.

Me recibieron con este ramo en el aeropuerto. Fue totalmente voluntario y mi comentario de "Vergüenza debería darte que mi jefa me regale un ramo antes que tú" no tuvo nada que ver.

  

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